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23
Oct
2018
César Enríquez, caracterizado como 'La Prietty Guoman'.

“La Prietty Guoman sigue, donde nos quieran llevar”

César Enríquez es el hombre detrás de La Prietty Guoman, la transexual que ha emocionado al público en las dos actuaciones que ha tenido dentro del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, en esta edición de 2018.

Aunque no es nuevo en el FIT (ya estuvo en 2010 con la obra Las cajas voyeristas), esta vez Enríquez llevaba todo el peso de la función: dar voz, pensamiento y movimiento a La Pretty Guoman, una transexual de Veracruz (México), deslenguada, procaz, provocadora, pero increíblemente tierna, sensible y humana. Porque de eso se trata: de normalizar y humanizar la identidad de cada persona, independientemente de la opción que escoja.
César Enríquez cumple una doble función con esta obra: contribuye a desterrar mitos, leyendas y malentendidos y también a levantar un género, el del cabaré, “que ha sido menospreciado, porque se le consideraba poco serio, sólo apto para el underground”.
Enríquez reconoce que se ayudó de la notoriedad que le dio otro trabajo -en el musical El Rey León en México- para abrir camino a la Prietty. La historia de la Prietty Guoman podría ser la de cualquier transexual en México o en otras partes de Latinoamérica “o en cualquier parte del mundo, porque es algo demasiado global” y se resume en cómo “la discriminación conduce al odio y a veces, al asesinato”, cuenta César.
Lo sorprendente es que la obra se ha representado en México con mucho éxito, no sólo en la capital, sino también en otros estados que a priori podrían ser más conservadores. En Cádiz se presentó en dos funciones (19 y 20 de octubre), en El Pay Pay, el mítico cabaré de los años cuarenta en Cádiz que reabrió sus puertas en 2001. “Lo bello de este espectáculo -señala Enríquez- es que funciona bien en un espacio íntimo y en un gran teatro, porque cuando lo presenté en la Muestra Nacional de Teatro hubo 1.600 personas y hubo gente que estuvo en la fila 80 que me dijo que le había emocionado”.
El autor no tiene más que palabras de agradecimiento para la comunidad trans, por la buena acogida de la obra. “Yo no soy transexual, por eso decidí investigar con ellas, su manera de hablar, de moverse, su vida diaria y tomé distintos modelos, desde una mujer que hacía la calle hasta una abogada de éxito”. Las dos, en el fondo, se enfrentan a los mismos problemas. “Una tenía necesidad de operarse, la otra había renunciado a ello, pero todas habían sentido el desprecio y el rechazo”, cuenta Enríquez que se considera afortunado de “haber podido escuchar”. También sintió el rechazo de alguna persona que estaba en contra del texto, “pero eran en su mayoría personas que hablaban mal antes de ver la obra”.
En el patio de butacas se encontraban señoras mayores, conservadoras y tradicionales, junto a mujeres trans, con la misma apariencia, sin que hubiera ningún problema. “Era una mezcla de cómo debería ser el mundo”, puntualiza. La recepción en Cádiz no fue muy diferente, aunque sí con algunos matices. En El Pay Pay notó en algunas ocasiones cómo el público estaba totalmente en silencio, escuchando los momentos dramáticos del relato “e incluso oí llorar a alguna persona junto al escenario”, puntualiza. En México, en cambio, “estamos tan acostumbrados a la tragedia que nos reímos por todo. La risa y la comedia se han vuelto un arma y un escudo”.
Contar este tipo de historias no se le hace fácil. “Amo ser embajador de mi país con el teatro, pero no amo venir a traer estas noticias porque no es grato decir que en México los derechos humanos se pisotean”, precisa, refiriéndose a la gran cantidad de agresiones y asesinatos que viven las personas transgénero en su país, el segundo en el ranking de delitos por homofobia de Latinoamérica.
Del personaje, de la Prietty, César cuenta que le prestó su valentía. “A veces, cuando voy a algún programa a hacer una entrevista que me requiere salir vestida de la Prietty he tenido que soportar algunos comentarios, pero yo respondo y lo enfrento… aunque no sé si lo haría si tuviera que vivir 24 horas como una mujer trans, quizá intentaría salvar mi integridad”.
Su próximo reto es traducir la obra al inglés (o al spanglish) para poder hacer gira por Estados Unidos. Y también llevarla algunas partes de México donde nadie la ha querido llevar, como Querétaro. “La Prietty sigue, donde nos quieran llevar”, afirma rotundo. Su sueño, sin embargo, es hablar en pasado de toda esa situación de rechazo y odio. “Algún día me gustaría decir: esto sucedía antes”.
De forma paralela, además, está implicado en otra obra sobre los orígenes del teatro en México: Por jodidos y hocicones mataron a los actores, en la que se ocupa de la dramaturgia, dirección y actúa además. Un texto con tres actores, que rescata la esencia del Teatro de Carpa y el Teatro Político de México, “de los que ya nadie habla”. Muchos de esos actores que se jugaban la vida interpretando contribuyeron de manera activa a la Revolución en México.